Margarita Gauthier
Hoy te evoco emocionado, mi divina Margarita.
Hoy te añoro en mis recuerdos, ¡oh, mi dulce inspiración!
Soy tu Armando, el que te clama, mi sedosa muñequita,
El que te llora... el que reza, embargado de emoción.
El idilio que se ha roto me ha robado paz y calma.
Y la muerte ha profanado la virtud de nuestro amor.
¡Para qué quiero la vida!... si mi alma destrozada
Sufre una angustia suprema... vive este cruento dolor.
Hoy de hinojos en la tumba donde descansa tu cuerpo
He brindado el homenaje que tu alma suspiró;
He llevado el ramillete de camelias ya marchitas,
Que aquel día me ofreciste como emblema de tu amor.
Al ponerlas junto al lecho donde dormías tranquila,
Una lágrima muy tierna de mis ojos descendió
Y rezando por tu alma, mi divina Margarita,
Un sollozo entrecortado en mi pecho se anidó.
Nunca olvido aquella noche que besándome en la boca
Una camelia muy frágil de tu pecho se cayó;
La tomaste tristemente, la besaste como loca
Y entre aquellos pobres pétalos, una mancha apareció.
¡Era sangre que vertías! ¡Oh, mi pobre Margarita!
Eran signos de agonía... eran huellas de tu mal
Y te fuiste lentamente, vida mía, muñequita,
Pues la Parca te llamaba con su sorna tan fatal.