Un Madrigal
Qué bonito es el sol de mañana
al regreso de la capital;
ay, qué linda se ve mi serrana
cuando va corriendo por entre el trigal.
Ya se ve la barranca y el puente
y mi perro me viene a encontrar;
el sembrado se queda pendiente
porque ya los bueyes no quieren jalar.
La humareda de mi jacalito
ya se extiende por todo el trigal
y en el fondo se ve el arroyito
que todas las tardes me suele arrullar.