Semana Santa
En el altar mayor de mis dolores vivos
Hay mil obscuridades y de cirios no encendidos
Y ahí, un corazón crucificado
En la cruz del dolor que tu ausencia ha dejado.
Tú fuiste la pasión, tú mi Semana Santa
Mis espinas, mis llagas, mi sudario de manta
Y así me fui contigo hasta el Monte Calvario
Con la fe y devoción de quien reza el rosario.
Después la tempestad
la esperanza y el fin del martirio
Y la resurrección que nunca
llega, que nunca llega
¡No hay gloria!
Hoy tan sólo han quedado de mi Semana Santa
Las espinas, las llagas, el sudario de manta
Y un pobre corazón crucificado...