Viaje a Varadero
Cuando a Varadero llegué, había una frontera
con gendarmería, garita y pasaporte.
Yo la última vez que anduve por estas tierras
esto todavía era Cuba, mi consorte.
Allá amigo Rolando Alfaro, se nos dispararon los ceros
recuérdate lo que costaba nuestro ansiado viaje anual a Varadero.
Lo que era pasar un año acumulando botellas,
lo que era guardar cada vuelto, lo que era privarse de las cosas bellas.
Allá amigo Maximiliano, no seremos menos que los más dotados,
iremos al mismo lugar que los de Miramar y de Nuevo Vedado.
Hace como cuatro horas salimos de Casa Blanca.
Sólo pagamos cuatro pesos y estamos bañándonos en las arenas blancas.
Allá amigo Rolando Alfaro, vamo' a La Caleta que allí están las uvas
y vamos halar del palo internacional que es hoy pichón de Villa Cuba.
Pero nadie se tragaba nuestra pinta estrafalaria
que más que estrafalaria era tremenda orfandad de buena indumentaria.
Allá amigo Maximiliano, bienaventurado lo feliz que eras
con el yoghurt de quince kilos y desconservar pollo a la jardinera.
Dos pesos pa'l dancing light y cinco pa' la patana
y dormir bajo las estrellas o en el cuarto de alguna alma solidaria.
Allá amigo Rolando Alfaro, después de una hora crucé la frontera,
venía con toda intención de hacerles una comba con mi guayabera.
Pero aquí todo está en inglés y no hay nadie conocido:
me siento como Santa Bárbara en casa de un militante del Partido.
Allá amigo Maximiliano, después de una hora me fui con tristeza,
tenía la guayabera rota y fosilizado un sueño en la cabeza.
No sé cuando la península se nos fue de las manos,
no sé cuando lo decidieron y yo no me acuerdo si me preguntaron.